Hay mañanas que despierto con unas ganas insoportables de un licuado de plátano o un jugo de tomate o toronja pero el potasio es otro de mis verdugos. Un fallo renal implica que el potasio no pueda ser expulsado del cuerpo y si se acumula hasta llegar a 6 el riesgo de que el corazón se pare aumenta. Comer ciertas frutas y verduras es todo un lujo (los cítricos, por ejemplo, están repletos de potasio), sin embargo, siempre habrá algo más con que equilibrarlo. Las manzanas y las peras son mis amigas, así como el arroz integral.

Hay mañanas que me canso de tantas restricciones y chupo media toronja que sabe a gloria, hoy fue uno de esos días en que el placer coquetea con lo prohibido y ensayo una “normalidad” que tendré que compensar a la hora de la comida.

El tema de Nutrición es algo muy polémico y que discuto mucho con el Dr. Correa y los doctores de hemodiálisis, que tienen pánico del potasio. Al principio yo también juraba que si me comía una naranja, toronja o tomate de más me iba a infartar, como creen todos los que están en hemodiálisis.

Al principio me prohibieron frutas y verduras en su totalidad y fue un suplicio, después encontré una corriente de alimentación que se llama trofología, un rollo alternativo que los doctores decían que me iba mandar al hospital en tres días, pero no. Cada vez mis niveles están mejor y mi alimentación es básicamente frutas y verduras, el potasio está controlado aunque coma mucha fruta.

Entonces con el tiempo aprendí que lo que está mal para otros a veces tu cuerpo encuentra la manera de asimilarlo, no he escrito mucho sobre eso en el blog porque tampoco quiero que otros enfermos puedan tomarlo como que así va a ser para todos y se pongan en riesgo, creo que cada quien debe hacer su camino.

Conozco varios libros que hablan del tema; en particular uno de Antonio José Ponte, Las comidas profundas, un ensayo que escribe la historia de la comida en Cuba donde no podía encontrar comida. En mi isla ya varios pacientes me preguntan y yo les voy diciendo lo que sé, siempre aclarando que así me ha funcionado a mí pero lo mejor es ir viendo que le cae bien a cada uno.

Somos lo que comemos, nunca lo he tenido tan claro como ahora.