Ayer en la clínica, las enfermeras nos dieron dos pláticas: la primera enfocada en los derechos del paciente y otra acerca de la misión de Fresenius Medical Care.
Una exposición elemental pero que me llamó la atención por dos factores. El primero cuando una de ellas mencionó que los pacientes podían salir de vacaciones y hemodializarse en otra clínica siempre y cuando hubiera Fresenius en esa ciudad y sería sin costo para ellos, esa percepción de que los pacientes del Seguro Social que recibe subrogados en la clínica no pagan es equivocada, ellos pagan una cuota al Seguro Social y ellos a su vez a Fresenius, así que claro que tiene un costo.
Y la segunda, esperanzadora, y de la que ya estoy investigando, fue cuando mencionaron la historia de la empresa y cómo desarrollaron la máquina de hemodiálisis; agregaron que Fresenius, que es una firma alemana, ya trabaja en desarrollar un riñón artificial implantable, que aún no ha sido probado en humanos y que podría estar listo en cinco años.
Lo imaginaba como una especie de marcapasos, me emociona pensar en una minimáquina que pudieran poner dentro de mi cuerpo sin necesidad de que sea compatible. Todo el día estuve con esa sensación como de preámbulo de Navidad, tal vez pasen más de cinco años antes de que eso sea posible pero saber que en algún lugar del mundo se gestan soluciones a la insuficiencia me devuelve el gozo y se iluminan mis días.