Hace algún tiempo Cuau me mandó un link de El país donde entrevistaban a Juan Gracia Arméndariz. Ahí hablaba sobre la reciente publicación de la última parte de su trilogía de la enfermedad. De inmediato quise sus libros, quería ver la aproximación de una mirada literaria a la insuficiencia renal. Aún no escribía el Diario de la sed, aunque ya sabía que era importante empezar el registro de esos días para obtener conocimiento de ello, pero también para procesar lo ocurrido.

La leí muchas veces, me preocupaba saber que solo se podían tener tres transplantes, entendía perfecto de lo que hablaba, en ese entonces yo aún tenía catéter y una de las cosas más duras era no poder nadar, cuando contaba que apenas transplantado corrió al mar para poner fin a su ayuno, sabía lo que estaba sintiendo.

Luego llegaron las malas noticias, mi sistema inmune complica la posibilidad de un transplante hasta que la ciencia avance, cuando pensar en un riñón dejó de ser la opción más viable, todo se fue a negros… Solo la escritura podía rescatarme, es ahí cuando el Diario de la sed tomó forma, cuando no podía hablar con nadie de eso que me pasaba dentro, el Diario le dio sentido a mis silencios, abrió ventanas insospechadas.

La semana pasada empezó a seguir este blog la Casa del riñón, una asociación para pacientes renales en España, me mandó un link con un video donde durante 1 hora Juan Gracia habla de lo que es ser paciente renal. Lo agradecí tanto, lo vi durante mi sesión de hemodiálisis, me sentí acompañada, entendida, cobijada, como si después de mucho andar llegará a un sitio en donde me hablan en mi lengua materna. Estoy segura que en 2014 tendré los libros de Juan, he leído fragmentos en la web, pero mientras no me queda más que agradecer hallar los reflejos en ese otro lado del mundo. Días en que la insuficiencia es más que suficiente.