Testimonio José Luis Roda Ramírez

Testimonio José Luis Roda Ramírez

Tengo 35 años y soy trasplantado renal. El 21 de julio cumplí un año.

Todo comenzó en 2008, por aquel entonces trabajaba muchísimo, tenía dos trabajos y descansaba poco, no tenía tiempo de ir de médicos. En mi segundo trabajo tenía un amigo que era enfermero y hablando un día con él le comenté que al orinar salía mucha espuma, cómo si se tratara de cerveza. Él se prestó a hacerme una analítica en su centro y ver qué sucedía. La sorpresa fue que salieron altos los niveles de creatinina y mi amigo me aconsejó que fuera con mi médico de cabecera para que me volviesen a repetir los análisis. Pues bien, me los hicieron y se confirmaron las sospechas, tenía alto los niveles de creatinina.

Empezaron ahí, con 26 años, las pruebas de todo tipo. Me derivaron a prediálisis y con una nefróloga que me haría diversas pruebas, me hicieron dos biopsias para ver qué estaba pasando, pero no sirvieron de mucho pues solo sacaron grasa y nada del riñón así que nunca supieron decirme lo que tenía. A día de hoy sigo sin saber que ocurrió.

¿Glomerunonefritis?

Durante las pruebas me mandaron todo tipo de medicación para ver si podían «bajar» la hinchazón del riñón, pues lo que me contaron fue que probablemente podría tener una glomerunonefritis, esto llevaba a que los glomerulos estuvieran inflamados. Los glomerulos son como una especie de agujeros que por ahí pasa la sangre para ejercer su filtración y limpieza, para pasar limpia al cuerpo, y convirtiendo en suciedad los desechos (diuresis=orina). Ahí fue cuando empecé a pasar por los diferentes estadios o etapas que hay desde 1 a 5 y van pasando de una a otra conforme va subiendo la creatinina. Estuve varios años con medicación, hasta que en 2015 decidió mi nefrólogo que pasara a diálisis.

Tratamiento y trabajo

El médico de diálisis me explicó las diferentes técnicas que había: hemodiálisis ( tres veces a la semana enganchado a una máquina durante cinco horas) o diálisis peritoneal (me pondrían un catéter y yo me dializaría todos los días en casa). Elegí la peritoneal, pues siendo tan joven y trabajando (soy cocinero en un catering para colegios) compaginaba trabajo con la diálisis, hasta que no pude aguantar más y en 2016 conseguí que el tribunal médico de la seguridad social me diera la jubilación absoluta revisable.

Todo iba muy bien, compaginaba mi trabajo con la diálisis y sus intercambios pero con el tiempo al año y unos meses el peritoneo ya estaba estropeado, hasta que dijo aquí. Sería el mes de mayo de 2017, la diálisis peritoneal no me estaba haciendo bien, o sea el peritoneo que es quien hacia la función renal junto con el líquido de la diálisis no estaba funcionando bien, teniendo la creatinina en 11, lo que provocaba que los niveles los tuviera por las nubes, potasio, ácido úrico, tensión arterial, retención de líquido.

Las llamadas

He de mencionar que por mayo de 2017 ya me habían llamado tres veces de Málaga para un posible trasplante, y que no fueron para mí. Lo dicho, en mayo, mi médico tras ver los resultados clínicos, me ofreció pasar a la hemodiálisis, pues la peritoneal no me estaba haciendo ya nada. Todo cambio en julio de 2017, yo por esta fecha ya me encontraba muy mal, retención de líquidos, creatinina por las nubes y una tensión complicada.

El jueves 20 de julio, una llamada a las 22:30 ponían en manifiesto una gran alegría y nerviosismo… Me llamaban de Málaga, que tenía que irme de urgencia que había salido un donante de mi grupo sanguíneo 0-, uno de los grupos sanguíneos más complicados, puesto que somos un grupo que podemos donar a todos pero que solo podemos recibir de nuestro grupo.

Pusimos rumbo hacia Málaga, súper esperanzados, yo ya me sentía muy mal, me cansaba con nada, no podía tirar de mi cuerpo. Llegamos a las 02:30 al Carlos Haya (Málaga). Allí se encontraban más enfermos renales como yo, que necesitaban también ellos tener esa suerte que yo tanto anhelaba…

Incluso coincidí con ellos otras veces que nos llamaron también… Resulte ser el elegido junto a otro compañero también de Almería. Cuatro éramos compatibles, pero nosotros dos por el tipaje y las pruebas cruzadas de sangre éramos los más compatibles.

Los elegidos y sus cuidados

Fue una noche dura para los cuatro que allí estábamos, cada uno con su historia, cada uno con una vida que contar… Las horas pasaban desde las 2:30 que llegué y pues el tiempo había que matarlo de alguna forma y cada uno contó su historia cual de ellas más complicadas.

Fui el elegido y no sabéis la alegría con la que se recibe la noticia, a la misma vez que también ves a la gente afectada por no ser los elegidos… Es complicada la situación… A las 10:30 me metieron en quirófano, no estaba nervioso, al revés estaba eufórico, por fin iba a tener mi riñón nuevo y se me quitarían todos mi males… Cuando llegué al hospital me hicieron todo tipo de pruebas, tenía la creatinina a 14.50. Al día de hoy sigo pensando que hubiese pasado si no hubiese sido yo el elegido…

Salí de reanimación a las 18:30, con la anestesia aún en el cuerpo, vi a toda la familia súper contentos e ilusionados, todo había salido muy bien. Tras la reanimación, pase a una habitación de aislamiento, ahí estuve tres días. Luego me pasaron a una habitación ya para compartir con otro trasplantado, resulta que era mi hermano de riñón, allí estuvimos juntos 11 días, en el que supuestamente nos tendrían que haber dado el alta, a mi hermano de riñón si se la dieron, a mí no. No me la dieron porque el mismo día de quitarme la sonda empecé a temblar de frío y empecé a tener fiebre. No podía ser, hicieron un cultivo de orina y dio positivo en una bacteria, lo que hizo que estuviera 16 días más con tratamiento antibiótico por vena.

¿Y después qué?

Dieciséis días después del tratamiento me dieron el alta para poder volver a casa. Era un día importantísimo, me iba con mi riñón nuevo y empezaba una nueva vida, un recién trasplantado que si antes tenía dudas, salía ahora con otras dudas tras el trasplante realizado. Incesantes visitas médicas el primer mes: dos veces en semana y alargándose las visitas tras ir pasando el tiempo de trasplante, todo iba según lo previsto muy bien hasta que volvió a aparecer la bacteria, no se había erradicado, según los médicos es complicada de matar y la cogí en quirófano. Me volvieron a recetar antibiótico pero esta vez intramuscular, hasta que con el tiempo se me quitó.

Todo lo que ha sido el trasplante me va fenomenal, el riñón va como un cañón, creatinina 0.9 y yo con una vida súper feliz. Se me ha olvidado nombrar que en julio de 2017 me pusieron mi riñón y que el 29 de agosto nació mi princesita Carmen… Como dicen.. los niños vienen con un pan debajo del brazo… En este caso vino con un riñón.

A día de hoy sigo con mis revisiones y todo fenomenal, lo que pasa que hace un mes me ha vuelto a aparecer la kleseria y esta vez los médicos han decidido que esté tres semanas en el hospital de mi ciudad y mañana me darán el alta, me voy con inyecciones intramusculares de etarpene una semana mes, así que el tratamiento será al fin de un mes, a ver si tengo suerte y no entro más en los hospitales tan solo para revisión.

Espero que esta noticia anime a la gente a ser donantes de todo tipo de órganos, porque los órganos muertos no sirven para nada, es duro tomar decisiones cuando un ser querido está muriéndose o está prácticamente muerto pero hay que pensar que parte de ese familiar mejorará la vida de otras personas que lo necesiten y que de una forma u otra su ser querido sigue viviendo.