Marisol Robles / Fundación Mario Robles Ossio

Marisol Robles / Fundación Mario Robles Ossio

Por Marisol Robles

El pasado jueves 23 de mayo me fue regalado un nuevo Encuentro, ahora muy al sur, en Trelew, Chubut, Argentina. NEF fue el barco donde coincidimos pacientes, profesionales renales, periodistas, red de apoyo y un equipo liderado en Argentina por Paula Odell, que volvió tangible el sueño de hallar reflejos donde reconocernos en cualquier latitud.

Me llevó tiempo digerir cada diálogo establecido, descubrirme y descubrirnos, en las historias que se había hilado en territorios distantes pero que tenían la misma sustancia: la travesía de un proceso médico y el cambio de la “normalidad” de vivir con insuficiencia renal a una nueva forma de disfrutar el quedarse arraigados con un nuevo órgano.

Tecleo en la frontera entre el 5 y 6 de junio, justo hoy, 6 de junio, la Organización Mundial de la Salud decidió dedicarlo a los pacientes trasplantados, así que este texto es la celebración de ser sembrado en una nueva tierra, una donde el líquido no va a cuenta gotas. Vuelvo a esa mañana de fines de mayo en el Auditorio del MEF, en la Patagonia, donde la periodista Melissa González nos da la palabra, y escucho a Jorge Ávila hablar de su lucha y de cómo después de muchos años está de nuevo en la lista de espera porque el órgano ya no funciona más, me emociona la pasión con la que desde esa tierra de gente valiente va evangelizando en la salud renal; me espejeo en las anécdotas de Daniel sobre cómo viajaba por el mundo y se dializaba en diferentes hospitales, admiro su valentía.

Los riñones que nos hicieron fluir libres a Jorge Ávila, Daniel Echegaray y a mí, no nos fueron dados de nacimiento, llegaron de formas distintas, porque para nuestra buena suerte en estos tiempos hay cada vez más maneras de llegar al trasplante. En el caso de Jorge, de donante vivo relacionado, es decir, un familiar le donó; a Daniel fue trasplante cadavérico, lo que significa que el regalo le fue dado por una mujer cuya familia donó sus órganos al morir, y en mi caso fue un trasplante pareado, esto es que yo tenía un donante no compatible, mi prima Yuyi, que dio su órgano a alguien más, y yo recibí un riñón de Linda Primas, que lo dio para que su hijo recibiera uno, mi cadena incluyó 13 personas.

Esos encuentros son un puerto para abrazarnos y hacernos fuertes en el destino compartido. Reír cuando vemos que nuestros niveles de magnesio por más que nos esforcemos no llegan a estar en el rango esperado. Contarnos el uno al otro la forma de cuidar nuestro riñón. Concretamente, la noche anterior al Encuentro, tengo fiebre, me asusta, recurro a Daniel que me guía con cuidado en la navegación de un hospital de otro país. Me acerca a sus doctores y me da toda la confianza que necesito para atravesar varios días con el termómetro marcando arriba de 38 grados. Solo un trasplantado podría saber cómo se siente otro cuando los escalofríos aparecen, sabe del temor de perder lo más preciado y de la urgencia de tomar análisis, agua, medicamento. Y entonces ese viajar por el mundo para formar comunidad tiene sentido, la misión de NEF de construir puentes se vuelve sólida, porque las preocupaciones son similares en Argentina y en Dinamarca, vamos trazando el mapa para aprender los unos de los otros, para unidos cuidar nuestros riñones, los de siempre y los nuevos, para hallar cómo cobijar a quienes aún esperan, para desde el conocimiento que vamos tejiendo entre todos, en equipo, sin importar si es sano, diagnosticado, trasplantado o en tratamiento sustitutivo, todos nos dejemos sentir que estamos acompañados y que tiene razón y corazón quedarse bien plantado.

Gracias a cada uno que creyó en nosotros sin más antecedente que la buena fe, gracias a los pacientes que nos acompañaron, a nuestros ponentes que nos dieron una mañana plena de descubrimientos. Gracias Argentina, gracias Chubut, gracias Trelew. Gracias en particular a la familia Humphreys Hughes por enseñarnos el significado de estar en el hogar, por recibirnos y envolvernos en esa fuerza que los distingue, de ella aprendemos y tomamos nota. Estamos listos para los siguientes encuentros y quien se quiera sumar es muy ¡bienvenido!

Esta nave está en marcha y abierta a celebraciones y aprendizajes.