Dr. Correa-Rotter, Dr. Dib Kuri, Dra. Oyuki

Dr. Correa-Rotter, Dr. Dib Kuri, Dra. Oyuki

Profesionales

Por Marisol Robles

«Ayer tuve consulta, mis niveles están de no creerse, estoy más “sana” que nunca. Hay mucho trabajo detrás de este estado de salud, mío, pero también de mi nefrólogo.

Antes de junio de 2011 no tenía un doctor, si me sentía mal llamaba a la línea azul de mi seguro o le hablaba a mi suegro (doctor también) y no pasaba a mayores. Nunca imaginé lo entrañables que se volverían mis doctores, que no solo tendría un médico de cabecera sino que muchos estarían involucrados para que yo siga aquí: nefrólogos, cirujanos, angiológos…

El más cercano es mi nefrólogo, a él lo visito una vez al mes y es el mejor. El doctor Ricardo Correa-Rotter tiene esa virtud de no hacerme sentir enferma; cuando estoy frente a él, la insuficiencia parece algo circunstancial que pronto encontrará remedio. Tiene un humor ácido compatible con el mío y aún en los momentos donde el panorama era oscuro él siempre traía a la mesa algo de luz, incluso cuando escasea la esperanza él apuesta porque yo estaré mejor. Mi corazón es suyo aunque de cuando en cuando me regañe, no puedo más que agradecer haberlo encontrado.

Luego está el doctor Arturo Dib Kuri, mi cirujano; él es el artífice de mis cicatrices y uno de los doctores más humanos que conozco. Él junto con el doctor Correa dirigieron el equipo médico que me devolvió la vida, estuvieron más de 10 horas en el quirófano y aunque el transplante fue fallido hicieron todo para que yo siga dando lata. Algo que admiro en los dos es esa capacidad de entrega, esa inteligencia minuciosa que les permite lograr que el cuerpo siga funcionando.

Y para cerrar con broche de oro, la doctora Oyuki de la Clínica de hemodiálisis, ella me ve lunes y miércoles y ese convivir día a día me ha hecho descubrir un ser humano entregado y preocupado por el bienestar de sus pacientes, mis mañanas sin estas pláticas donde me impulsa a seguir, a correr, a nadar serían desangeladas, ella fue la que en mis días más tristes sugirió que hiciera ejercicio, ella tuvo mucho que ver en que recuperara la fuerza para enfrentar lo que sea que venga.

En un primer momento tengo tanto que agradecer a esa tríada en particular, poder dialogar con ellos, entrenarme en ser su paciente es un privilegio, pero también a todos los médicos que han hecho de cuidar la vida de los otros su vocación. Soy afortunada de haberlos encontrado, de que hayan elegido poner su corazón e inteligencia al servicio de la salud, no alcanzan las palabras para agradecerles.»

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